Les presentamos la leyenda que hemos elegido por parte de España (Galicia) para ALL ABOUT APPLES. Cada país elige una leyenda típica y los demás participantes en el Proyecto hacen trabajos sobre ella: comics, obras de teatro, marionetas, dibujos...
La verdad es que nos costó muchísimo encontrar alguna relacionada con las manzanas! Los alumnos/as Comenius de 4º de ESO se encargaron de ello con el apoyo y ayuda de su profesores.
Pueden leerla en español e inglés, se irán recogiendo en la página web del proyecto:
www.comenius-apples.com
A SAN ANDRÉS DE TEIXIDO VA DE MUERTO
EL QUE NO FUE DE VIVO
Esta es una conocida leyenda gallega,
que aunque no tiene como tema central las manzanas, esta fruta aporta la
anécdota que da pie a esta tradición tan popular en esta tierra.
Todos los gallegos conocen este refrán
y saben que no cumplir con el peregrinaje a San Andrés de Teixido en vida, y
tener que hacerlo después de muerto, complica las cosas extraordinariamente.
Aunque, como veremos, hay un único remedio que nos puede librar de que se
cumpla la predicción.
El santuario de San Andrés de Teixido
está junto al mar, rodeado de acantilados que descienden desde la sierra de la
Capelada hasta el océano Atlántico, en el municipio de Cedeira (A Coruña), en
la costa norte de las Rías Altas. Hasta allí acuden gentes de todas partes, y
todos los que temerosos del destino creen que a San Andrés de Teixido tendremos
que ir, sí o sí, vivos o muertos.
En la actualidad, el viaje es cómodo,
se puede llegar en coche hasta la pequeña aldea que casi todos los días del año
recibe a innumerables devotos, o a curiosos que, por si acaso, se acercan a
cumplir con el mandato de la tradición. La iglesia es sencilla y está decorada
con cientos de amuletos y exvotos, depositados por los devotos que han hecho el
viaje en vida, o por los que han visto curada alguna enfermedad propia o de
algún ser querido; e incluso por aquellos que han ayudado a que llegue hasta
allí el alma de quien no haya podido hacerlo en vida. Veamos cuál es el origen
de esta devoción.
Cuando Jesucristo andaba predicando
por el mundo, un día, paseando por aquellos montes del norte de Galicia sintió
sed y hambre, y sin nada ni nadie que le pudiese socorrer, pidió ayuda al
cielo, y Dios le envió una manzana. Sorprendentemente
en el interior de la manzana se hallaba San Andrés al que Jesús ordenó que le
sustituyese, predicando allí a las pocas gentes que vivían por aquellos
parajes.
Cuenta la leyenda que San Andrés
obedeció, pero que se aburría muchísimo porque apenas había gente que acudiese
a escucharle; su iglesia siempre estaba vacía pues nadie sabía que él también
era capaz de hacer milagros y de sanar enfermos. Si no se tratase de un santo
varón, podríamos pensar que sentía envidia de otros apóstoles que, como
Santiago, tenían más fama que él y recibían más atenciones y fieles.
Un día, Jesús le hizo una visita y le
preguntó cómo estaba porque lo veía triste y desanimado. Él le contestó que
estaba muy triste porque todo el mundo iba en peregrinación a visitar a su
compañero Santiago y nadie acudía a su santuario, a pesar de que ponía tanto
entusiasmo como él (no obstante comprendía que su templo aparecía en todas las
guías y había buenos caminos para llegar allí).
Jesús comprendió las quejas del pobre
San Andrés (surgido de una manzana), y le contestó, que tenía razón, que era
injusto, y para remediarlo le aseguró que nadie entraría en el reino de los
Cielos si antes no había visitado al menos una vez su santuario. El que no lo hiciera
en vida, si quería entrar en su Reino, tendría que hacerlo después de morir.
Por eso, desde entonces, ya sea antes
o después de morir, se supone que todos viajamos a San Andrés de Teixido. Los
que lo hacen en vida, pueden ir a pie,
en bicicleta, en coche o en moto, e incluso en barco. Para los que se
despistaron y tienen que peregrinar después de morir, el viaje se complica. El
ánima del muerto puede viajar en coche o en autobús, acomodada en un asiento
aparentemente vacío. El familiar o amigo que le acompaña debe haber pagado el
billete, y sobre todo tener mucho cuidado de que nadie ocupe ese asiento, pues,
aunque parezca una contradicción al referirnos a un ente invisible, pueden
causarle mucho daño.
Cuando el ánima del muerto no tiene
quien le auxilie, viaja transformada en animal, generalmente con figura de
culebra, sapo, lagarto, salamandra… Por eso, todos los que peregrinan a San
Andrés de Teixido saben que deben poner mucho cuidado en no pisar ni maltratar
a ninguno de estos animales si los encuentran en el camino ¡Matarían el ánima
de un pobre peregrino!
Dice la tradición que sólo hay una
manera de librarse de peregrinar vivo o muerto a San Andrés de Teixido: poseer
la cruz de San Andrés. Esta cruz es un amuleto natural que se forma al reunirse
en la misma piedra dos o más minerales, dejando visible la forma de la cruz de
este santo o la de la cruz de Santiago. Quien disponga de este amuleto y lo
tenga guardado en un bolsillo en el momento de morir, queda liberado de acudir a
este santuario.